Recién llegado a Toledo (1577) el Greco tuvo un hijo de Jerónima de las Cuevas, con la que no parece que llegó a casarse y que, tal vez, falleció poco después de dar a luz en 1578. Fue bautizado como Jorge Manuel, uniendo los nombres por vía paterna del abuelo (Γεώργιος o Yorgos) y de un tío (Μανούσο o Manusso). Un documento fechado en Toledo en 1631 (L. Astrana Marín, 1957), dos mujeres, María de Guzmán y Claudia, afirmaban ser hijas legítimas de Jorge Manuel Theotocópuli, nietas de "Dominico Greco” y de una “soltera vecina desta ciudad”, añadiendo que “todos fueron y son cristianos viejos, limpios de toda raza de moros ni judíos ni descendientes de tales ni de los nuevamente convertidos a nuestra santa fee catholica”.

Algunas noticias de Jorge Manuel

Cossío dedujo que nació en 1578 pues tal dato figura en el pañuelo del niño retratado en el Entierro del señor de Orgaz, identificado como el hijo del pintor. En 1910, Borja de San Román confirmó el mismo año en un contrato de alquiler, fechado en 1610, donde se dice que Jorge Manuel tenía 32 años. A principios del siglo XVII se casó con Alfonsa de Morales (1581-1617), tuvieron un único hijo, Gabriel, que en 1622 profesó en el convento de San Agustín de Toledo. En 1621 se casó de nuevo, en esta ocasión con Gregoria de Guzmán, "viuda de Carlos Giles vecino de Madrid". De este enlace nacerán Claudia, María y Jorge. Tras enviudar de nuevo se casó con Isabel de Villegas. Jorge Manuel fue enterrado en la capilla conventual de San Torcuato (desamortizada y demolida en 1870), perdiéndose así el panteón de los Theotocópuli.

Una formación y una sociedad familiar

Jorge Manuel aprendió del Greco los secretos de la pintura y otros quehaceres artísticos que solían demandarse de los pintores, compartiendo algunas amistades paternas. Los documentos demuestran una auténtica “sociedad familiar”, pues actuó como representante en muchos contratos, especialmente a partir de 1603, considerado ya mayor de edad. Atendió diligentemente los compromisos del taller aún después de la muerte del Greco en 1614. La lealtad queda probada en las palabras que el padre reflejó en su testamento: “Tengo tratado e comunicado con Jorge Manuel mi hijo y de doña Gerónima de las Cuevas que es persona de confianza y de buena conscienza…”.

Jorge Manuel pintor

Su obra pictórica calca el sello del padre, copió obras suyas, pero siempre lejos de su calidad artística. Una obra suya muy representativa es la Ascensión de la Magdalena en el retablo de Bayona de Tajuña (Titulcia, Madrid) entre 1607-1621, habiéndose dispersado los demás lienzos en diversas colecciones y lugares. En el Museo del Greco de Toledo puede contemplarse un Expolio, obra firmada por él, que pudo hacer a partir de la misma obra del cretense (h. 1583) que se conserva en la iglesia parroquial de Orgaz (Toledo) pero muy lejos del impresionante original que hizo el cretense para la sacristía catedralicia de Toledo.

Ensamblador y arquitecto

El hijo del Greco aparece con mayor relieve en la práctica de la arquitectura, empezando como agente y ejecutor de retablos trazados por el padre, especialmente fuera de Toledo y cuando la edad era un patente impedimento. Como ensamblador ya independiente atendió encargos en las provincias de Cáceres, Cuenca, Guadalajara, Madrid y Toledo. En su ciudad natal proyectó y montó monumentos, altares y retablos para la catedral, iglesias parroquiales y conventos, destacando el de Santa Clara (1623) con lienzos realizados por Luis Tristán, acaso el mejor discípulo del Greco. En el terreno constructivo Jorge Manuel dio las trazas de la Casa de Comedias (1604), donde hoy se sitúa el Teatro de Rojas; la portada del colegio de San Bernardino (1612) en la calle de Santo Tomé; la conclusión de la fachada del Ayuntamiento (1612), iniciado por Juan de Herrera en 1574, y la capilla conventual de San Torcuato (1618), quedando aún la portada en la calle del mismo nombre. Trabajó como maestro mayor para la Catedral proponiendo soluciones para el Ochavo en 1629 o para la cúpula de la capilla mozárabe, estudios que no cristalizarían en su totalidad, pues quedaron solapadas por las ideas de otros arquitectos de mayor talla técnica.

Textos: Rafael del Cerro Malagón


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